Mayores increíbles: Justo Gallego, el hombre que levantó una catedral
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Hoy me gustaría compartir con vosotros la historia de Justo Gallego Martínez, una persona increíble con una historia asombrosa, un hombre que seguramente todos conozcáis desde el famoso anuncio de Aquarius, gracias al cual se hizo mundialmente famoso.
A los 27 años decidió ser monje, pero tiempo después se vio obligado a dejar el monasterio al contraer tuberculosis. A pesar de ello, nunca dejó de lado su fe cristiana, impulsada desde pequeño por su madre, a la que define como una mujer piadosa y muy caritativa, la cual, en palabras de Justo Gallego, “le enseñó a amar la iglesia”. Y así, guiado por esta fe infinita que le caracteriza, comenzó a construir un sueño, una catedral, que sería construída en tierras de su familia como una ofrenda a Dios.
“La riqueza pervierte a la humanidad”
(Justo Gallego)
Los inicios fueron, podríamos decir, secretos y solitarios. Comenzó con la cripta, bajo tierra, la cual podríamos pensar que será un pequeño lugar oscuro y reducido, pero al bajar las escaleras nos llevamos una asombrosa sorpresa al ver la inmensidad del lugar.
Se levanta cada día a las 6 de la mañana, pone la radio y escucha las noticias, porque le gusta saber qué ocurre en el mundo y con una vitalidad envidiable comienza a trabajar. Poco a poco, piedra a piedra, usando materiales reciclados y desechos de otras obras, Justo Gallego no desprecia ningún tipo de ayuda ni material. No tiene planos de lo que ha hecho hasta hoy, ni tampoco los tiene de lo que hará en un futuro, como él nos cuenta: “todo está en mi cabeza”, y así, sin conocimientos de albañilería ni arquitectura, tan solo leyendo libros sobre catedrales y castillos, Justo ha conseguido levantar una catedral de, hasta ahora, unos 40 metros de altura.
Recibe visitantes y curiosos de todas partes del mundo, sobre todo en verano, y con una paciencia infinita atiende a cada uno de ellos, les cuenta de nuevo su historia sin rechistar, habla de su fe, de Dios, se hace fotos con cada persona que se lo pide y de nuevo vuelta al trabajo.
Tuvimos la suerte de conocerlo personalmente, de compartir unas palabras con él mientras troceaba restos de velas para hacer otras nuevas. Estaba cubierto de un polvo gris ceniza de la cabeza a los pies, signo de haber estado trabajando durante toda la mañana. Llevaba su característico gorro rojo y su bufanda a juego, así como su famosa chaqueta de Correos, que aunque parece 3 tallas más grandes dice que es muy caliente para el invierno. Al conocerlo me ha impresionado su personalidad extrovertida y optimista, siempre está sonriendo, y siempre trabajando.
Ha dado su vida entera a la fe cristiana y a la construcción de su catedral, todo un ejemplo de devoción, de fortaleza. A pesar de sus 88 años, sigue adelante con su idea, no se detiene, y eso nos parece un gran ejemplo de envejecimiento activo.
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Magnífico post, Pilar :)
Un abrazo