Crea tu vida: El tiempo y los recuerdos
El filósofo Henri-Frédéric Amiel dijo “El tiempo no es sino el espacio entre nuestros recuerdos”. Aprovechar el tiempo está en nuestras manos durante todas las etapas de la vida.
Cada uno de nosotros vivimos nuestra vida de forma distinta aunque nuestro camino sigue el mismo trazado en algunos puntos básicos sea cual sea nuestra etnia, cultura, status económico, formación, profesión, religión o sexo: generamos vínculos inquebrantables con el núcleo de nuestra base familiar (padres, abuelos, …), los amigos de la infancia, los compañeros de colegio,…; estrechamos lazos con los familiares cercanos (tíos, primos, …), los amigos de la adolescencia, la pareja (o parejas),…; creamos nuevas vidas (hijos, nietos…),… Mientras todo esto sucede a nuestro alrededor tratamos de gestionar el bien más codiciado, el más caro y difícil de atesorar: el tiempo.
Cuando eres niño y adolescente el tiempo no es un bien deseado, ni siquiera aparece en la lista de deseos inmediatos, …, mucho menos en la de deseos futuros. Lo primordial en ese momento es la independencia, el deseo irrefrenable de volar del nido para poder hacer y deshacer sin que nadie cuestione tus actos. Independencia que va unida a la necesidad de disponer de dinero propio con el que alcanzar los deseos de la lista. Por ello en esa primera fase de vida invertimos tiempo y energía en formarnos para tratar de conseguir un trabajo bien remunerado que nos acerque lo más posible a nuestro ideal de vida.
Una vez alcanzada la meta del trabajo que nos proporciona la “independencia” y el dinero deseado, nuestra lista de deseos cambia y aparecen en ella la pareja, los hijos…, nuevas prioridades que generaran a su vez responsabilidades que de nuevo nos restaran tiempo, aunque nuestra cuenta corriente sume o reste ceros, dependiendo de la forma inteligente o arriesgada con la que gestionemos nuestros bienes. Nos encontraremos entonces en una encrucijada de caminos paradójica, en la cuál dispondremos de dinero pero no tendremos tiempo para disfrutar de las pequeñas cosas. En esta fase el tiempo pasa a ocupar un lugar principal en nuestras conversaciones, en nuestro vocabulario… Siempre tenemos prisa, siempre estamos mirando el reloj, contando los minutos que nos quedan para la siguiente cita con el cliente de turno, los segundos que se retrasa el autobús y que te hacen perder ese bien tan valioso: el tiempo.
Pasamos la mayor parte de nuestra vida trabajando, sumergidos en la rutina y echando de menos aquello que no tenemos, sin darnos cuenta que lo más importante es precisamente aquello que perdemos mientras nos quejamos: el tiempo.
Cuando llega la jubilación de pronto nos encontramos con un regalo de valor incalculable esperándonos tras la puerta: una cuenta repleta de millones de segundos por usar, disfrutar, gozar, saborear… En nuestra mano se encuentra la gestión correcta de ese tiempo ya que corremos el peligro de caer en el aburrimiento o exceso de tiempo ocioso.
El mejor consejo me lo dio mi abuelo hace ya unos cuantos años: “Aprovecha el tiempo al máximo, porque es el bien más preciado y no sabemos cuanto tenemos, hasta que se nos acaba”.
Hace años leí un libro maravilloso “Momo” de Michael Ende, en el cual los personajes secundarios eran los hombres grises ladrones de tiempo. Hoy día esos hombres grises viajan disfrazados de dispositivo electrónico: móvil, Tablet, ordenador… Horas, minutos y segundos que le roban a nuestra vida haciéndonos creer ilusamente que en lugar de perder tiempo estamos generando recuerdos, experiencias, momentos irrepetibles, … , vida.
Observa atentamente y reflexiona…
Te propongo un reto. Vamos a ver cuánto tiempo “invertimos” en el uso de nuestros “indispensables” compañeros de vida. Es una cuenta sencilla. Piensa en el tiempo que suponen los 30 minutos que cada día invertimos en echar un ojo a cualquiera de las redes sociales para ver que hacen nuestros “amigos”… Esos 30 minutos a lo largo de 50 años se convierten en la friolera de ¡380 días¡.
380 días perdidos en soledad mientras crees estar acompañado. Mas de un año (haz la cuenta) en el que te has perdido disfrutar de la VIDA (si, con mayúsculas). Las experiencias se comparten piel con piel, no apretando el botón “me gusta”.
Déjanos tus comentarios de ideas para aprovechar el tiempo en esos momentos en los que crees que no tienes otra cosa que hacer y ayudaras a otras personas a gestionar su tiempo, generar recuerdos y crear su vida.