Hablar con los que ya no están
Hace unos días, un amigo me preguntó: «si pudieras hablar con las personas que ya no están entre nosotros, los que se han muerto, ¿a qué tres personas elegirías para hablar con ellas? ¿qué les dirías?»
Parecía una pregunta fácil, así que me apresuré a decir que la primera persona elegida sería mi abuela María. Mi abuela María vivió siempre compartiendo casa con nosotros, por lo que la relación que tenía con ella era más cercana que con la otra abuela. Además fue, de todos los abuelos, la que más resistió y con la que pude compartir más días. Fue la abuela con la que más jugué, con la que más hablé, a la que más cuidé y también con la que más reñí. Así que esa fue mi primera elección y según mis instintos una buena elección.
Sin embargo, mi amigo se apresuró a decirme: «¿estás segura de que elegirías a tu abuela María? ¿Qué le dirías?.» Esta pregunta me descolocó por completo. Echando la vista atrás me doy cuenta de que con la abuela María compartí un millón de anécdotas que no tengo con ninguno de los otros abuelos, me di cuenta que desde que ella se había ido mi vida no había cambiado prácticamente nada, y malgastar la oportunidad de hablar con ella para no contarle nada nuevo me pareció una tontería. Quizá la elegiría a ella dentro de unos años, margen que me doy para tener cosas que contarle ;)
Así que, como mi primera elección no fue muy acertada empecé a analizar con más detalle mis seleccionados argumentando porqué quería hablar con ellos.
Elegiría a mis dos abuelos, uno porque se fue cuando yo tenía tan solo un año, ni siquiera recuerdo cómo era, pero yo era su primera nieta y según cuentan él estaba emocionado. Seguramente le gustaría verme ahora y me gustaría contarle que no solo tiene una nieta, ¡que tiene seis nietos! Y me gustaría saber más de su historia y de sus viajes a Suiza.
Mi otro abuelo creo que también sería una buena elección. Se murió cuando yo tenía 11 o 12 años y sus últimos años su cuerpo resistió más que su mente, que se fue antes de tiempo, o más bien podríamos decir que se trasladó a su pasado. Fue un hombre muy fuerte, porque a pesar de las dificultades físicas que le deparó la vida no se hundió en sus desgracias sino que supo salir adelante.
Y creo que mi tercera opción sería una de mis bisabuelas, porque tiene una historia de vida aparentemente triste y difícil, de la que solamente se pequeñas pinceladas que se escapan en conversaciones cortas. Me gustaría saber si tan triste fue su vida como dejan entrever las generaciones siguientes o no lo fue tanto. Muchas veces damos por sentado que algo debe ser muy duro, muy triste o muy difícil de superar, sin embargo, cada persona acepta su vida de diferentes formas y lo que para unos es un trago amargo, otro lo supera enseguida.
Creo que de los tres podría aprender mucho sobre cómo superar los fracasos, cómo esquivar los reveses de la vida y cómo, a pesar de todas las dificultades, fueron felices.
Y tú, ¿a qué tres personas elegirías?